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Español, Política

Schumpeter o la causa profunda de la crisis

Estas fiestas estoy combinando lecturas, y entre otras cosas estoy revisitando la vida y obra de Schumpeter, uno de los mayores economistas del siglo pasado. Además de lanzar la idea de la «destrucción creativa» y articular por primera vez el funcionamiento dinámico del capitalismo, describió el papel del empresario o emprendedor. Por primera vez, señaló que la función de éste no es la misma que la del capitalista, sino que son figuras diferentes.

Schumpeter pensaba que el capitalismo puro, de grandes desigualdades y fortunas familiares, no tenía opción de sobrevivir porque, aunque sea el modo más efectivo de lograr progreso material, es muy corrosivo para otros valores (entre otras razones). Predijo una evolución hacia lo que hoy llamamos modelo mixto, con un gran papel del Estado. Pero predijo también que ese modelo no sería estable, porque el funcionamiento del capitalismo requiere una serie de valores en la sociedad, valores que no serían fomentados en ese modelo mixto o «laborista», en el que priman los intereses del trabajo sobre el resto de los actores. Sin esos valores, el motor se acaba ahogando.

Si nos paramos a ver el nivel de «estado del bienestar» y el de crecimiento económico en las naciones modernas, tendremos que concluir que Schumpeter pareció equivocarse durante muchos años. La economía mixta o «social de mercado» sigue aquí. Pero lo cierto es que cada vez, las «economías desarrolladas» crecen menos. Si comparas gráficas (al menos en un examen superficial) da la impresión de que las sociedades se van dotando de colchón «social» a medida que crecen, y una vez que ese colchón llega a un cierto nivel, ese crecimiento se estanca (queda por debajo del 3%) o se produce una crisis fiscal que depura el sistema.

Pero ¿es simplemente cuestión fiscal, o hay algo más?

Los «valores» no son simples ideas, se traducen en actitudes y legislación concreta. Cuando un país prima los derechos de los capitalistas a cobrar lo invertido (i.e. pueden forzar la quiebra y liquidación de una empresa sin opción a reestructurar, o exigir garantías personales de préstamos corporativos), o los de los empleados a la seguridad (con indemnizaciones por despido tan serias que pueden impedir reestructurar), o los de la burocracia a interferir (con trámites infumables y normas irrelevantes) está opinando sobre lo que valora. Está decidiendo si está del lado de la «destrucción creativa» o del estancamiento.

Acabo de volver a leer a alguien opinando que la falta de emprendedores en España es cuestión del sistema educativo. No lo creo (aunque es evidente que un sistema educativo llevado por funcionarios, dominado por el sector público, no va a fomentar valores de emprendimiento). Creo que la gente es razonable. Sencillamente, apenas compensa.

En EEUU, existe un mecanismo de reestructuración forzada llamado «capítulo 11» que pone la supervivencia de las empresas por encima de los intereses de capitalistas y prestamistas. En EEUU, una empresa puede fallar sin que el promotor quede financieramente (y socialmente) quemado. Una persona puede declararse insolvente y retomar su vida. Un empleador puede decidir que no quiere o no puede contar con alguien, y ponerle con sus cosas en la calle sin indemnización significativa. En EEUU, sacar una empresa a Bolsa no es casi imposible (y además poco útil). En EEUU, el Gobierno obliga a sus agencias a adoptar prácticas (Open Data) y tecnologías (nube) que crean oportunidades nuevas para proveedores nuevos.

Otros países tienen estructuras similares. Curiosamente, crecen mucho más que los de la UE. Y en la UE, los que crecen comparten una perspectiva más favorable al emprendimiento.

En EEUU están acongojados por un nivel de paro del 8%… que aquí se considera «estructural». Y lo triste es que probablemente lo es, porque tenemos un marco legal que no facilita precisamente esa «destrucción creativa» que es la condición necesaria para el crecimiento económico.

No estoy diciendo que todo en EEUU sea ideal ni defendible. Su gestión sanitaria (costes altísimos por persona, cobertura limitada) por ejemplo es muy mejorable. Sus colegios públicos también. Su tratamiento de las fortunas heredadas es discutible. No hablemos del papel del dinero en sus elecciones. Pero todo eso no invalida la correlación entre la protección legal de los intereses del emprendedor y el crecimiento económico.

En resumen: no es una cuestión de educación, ni de exhortar a asumir riesgos. Es cuestión de no penalizar a los que quieren asumirlos. Es cuestión de soltar el cinturón de seguridad del capital (invertir es arriesgar) y moderar la red del trabajo (mucho más). Es cuestión de repensar régimen fiscal y legislación societaria y concursal para que emprender pueda ser rentable y medianamente seguro. La gente no es tonta, y evita el trabajo que no compensa.

Vamos: que es cuestión de acción política real, no de campañas promocionales. Ni de enseñar el «lean startup» en las escuelas, a menos que se conozca de primera mano.

Comentarios

Un comentario en “Schumpeter o la causa profunda de la crisis

  1. A mi modo de ver, algo muy grave que no se suele poner sobre el tapete es la enorme distancia entre legisladores y legislados. El parlamento está muy preocupado por el negocio del Estado (del que viven todos ellos,sin riesgos ni descalabros) y muy lejos de entender (ni siquiera de querer entender porque no están allí precisamente los que mayores inquietudes sociales tienen) lo que agobia y preocupa a cualquier ciudadano de la calle que no viva como ellos, sus familiares, clientes y corifeos del Estado y sus cientos de costosos brazos (subvenciones, concesiones de obras, permisos especiales, fraudes, robos y corrupción…)
    Por todo ello hacen leyes encaminadas a cubrir sus fines e intereses (especialmente recaudatorios) para mantener y, si es posible ampliar su negocio, sin consultar ni tener en cuenta a quienes realmente generan recursos, trabajo necesario (productivo y de servicios) o riqueza.
    De ese modo sólo se llega a donde estamos yendo: la ruina del Estado, la pobreza y el callejón sin salida en que ya hemos entrado.

    Publicado por Enrique | enero 19, 2013, 8:27 pm

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